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Autora:
Louvea
E-Mail:
lucylawles@terra.com
Cuando al fin
devolvieron a Callisto de nuevo al infierno, Ares de disculpó:
“Siento mucho lo ocurrido, no pensé en las consecuencias cuando la
liberé del Tártaro”
“Yo juraría que intentabas eliminarme con ella de tu lado.
“Jamás haria eso, porque sabes que te quiero” dijo el dios.
“Lo has repetido tantas veces que ya te lo has llegado a creer tu
mismo”.
“¿Qué?.
“Lo que has odio. Además el problema es que lo has repetido tantas
veces que ya carece de sentido”.
“Estas loca”.
“No Ares, tu eres el loco, porque le vas diciendo a todo el mundo te
quiero como si fuese la cosa mas normal”.
“Es una cosa normal, yo te quiero”.
“Si claro, por eso quieres matarme. ¿Ares, por qué no me dejas en
paz?” dijo en tono iriente mientras se giraba para irse.
“¿Qué tendria que hacer para que me creas?.
“No pienso creerte…” contesto ella sin inmutarse “Pero la próxima
vez que digas esas palabras, a quien sea, espera a que sea un momento mágico
y propicio. Es lo mínimo que puedes hacer”, tras esto empezó a andar
hacia el campamento. Lo que ella no sabia era que en esos momentos le había
dado una idea a Ares.
Al día siguiente por la tarde, a punto de que cayese la noche, Xena
estaba nadando en un lago. Era relajante, sin duda, pero todo se estropeó
cuando oyó la voz de Gabrielle llamándola a gritos. Se acercó con paso
acelerado a la orilla mientras se vestia con su armadura.
“¿Que ocurre Gabrielle?.
“Ares, esta organizando sus tropas para atacar Egipto. Afrodita acaba de
contármelo. Dice que es urgente. Lo más exacto que sabe es que ahora el
estúpido de Ares está reunido con sus comandantes en su templo. ¡No
podemos perder tiempo!”
“Esta bien Gabrielle. Yo iré alli sobre Argo, intentaré solucionarlo,
si lo consigo volveré mañana, sino ven a Esparta, donde te estaré
esperando, ¿vale?”. Tras esto silvó de forma atronadora. Su fiel
corcel apareció y con majestuosidad paró junto a su dueña. Esta se subió
aceleradamente, mientras salia al galope.
Entonces Gabrielle sonrió, mientras su rostro se convertía, junto con su
cuerpo, en el de Afrodita. La diosa del amor sonrió mientras en un
susurro le deseaba suerte a Ares.
Xena llegó en apenas unas horas a Esparta. Alto a Argo mientras entraba
por la puerta. Conocia ese templo como la palma de su mano, por lo que
sabia exactamente donde se reunian los magnates del ejército. Con pasos
silenciosos se desplazo por el edificio hasta lo que podia ser denominado
como la sala de reuniones. Abrió la puerta mientras entraba, pero para su
sorpresa, el lugar estaba a oscuras. Cerró la puerta de la misma sigilosa
forma, mientras daba unos pasos. Entonces toda la sala se iluminó.
La habitación estaba iluminada por miles de velas apoyadas en las
paredes. Había una mesa en el medio sobre la que habían puesto platos y
copas, todo de oro.
Xena soltó un bufido mientras pensaba que debia de haber pillado a Ares
con una de sus concubinas. Se giro para dirigirse a la puerta cuando vio
que alli se encontraba Ares, apoyada en ella.
“Hoooooola”.
“¿Que quieres?” pregunto Xena sin interés alguno.
“Una cena, ¿es acaso mucho pedir?”.
Si” dijo mientras se dirigia a la puerta, pero Ares le franqueó el
paso. Ella desenfundó su espada, pero Ares sonrió y con tan solo tocarla
la desintegró.
“Esta noche nada de armas”.
“Ares dejame ir”.
Como si no la hubiese escuchado dijo “Ya puedes sentarte”.
“No pienso hacerlo”.
“Pues la cena se te va a enfriar” dijo mientras hacia chasquear los
dedos y unos platos con excelente pinta aparecian. Ares fue a sentarse sin
importarle si Xena le seguia. Ella aprovechó para intentar abrir la
puerta, pero fue inútil, porque esta no se movió. Xena se sintió
vencida y se dirigió a la mesa:
“¿Qué quieres emborracharme para luego matarme?”
“Muy bueno, si señor, siempre me ha gustado tu singular sentido del
humor, pero no, no es eso lo que quiero”
“Entonces…”
“Entonces lo único que te estoy pidiendo es que te quedes. En cuanto
olvides que estas aquí por obligación, esa puerta se podrá abrir.
“Hmmm… Ya esta, olvidado, ¿suficiente?”
“Esto nos va a llevar mas de lo que yo creia… ¿Vino?” dijo mientras
cogia una jarra y llenaba su copa.
Xena tuvo que admitir que estaba muerta de hambre, pero aun asi no queria
arriesgarse a probar el alimento servido en su plato. Rebuscó con el
tenedor intentando encontrar algo extraño antes de decidirse a probarlo.
Entonces Ares rió tímidamente:
“Me permites saber el motivo por el que te ries?”
“Tu desconfianza es graciosísima, pero sigo sin entender por qué no
puedes tranquilizarte y relajarte
“Porque tu eres antónimo de despreocupación”.
Ares volvió a reir.
“¿Quieres mas vino?
“¿Quieres emborracharme?
“No”
“Lo mismo digo”.
“Venga, anímate, asi nunca olvidaras que estas aquí por obligación, y
no querras quedarte eternamente aquí conmigo, ¿o si?”
“Mas vino, por favor”
“Asi me gusta” dijo mientras la servia.
Una hora mas tarde empezaron a hablar de todos los temas que se les
ocurrieron, quizas mas animados por el alcohol, pero sin llegar al estado
de borrachos.
“Te he vencido en tu intento de acabar con Atenas, en tu intento de
destruir Amphipolis, en tu intento de cambiar mi cuerpo con el de Callisto…”
“Calla, calla, me estas sacando los colores”, ambos sonrieron, “Xena
que soy el dios de la guerra, no del triunfo”
“No hace falta que lo jures”, otra vez a reir.
“Pero tu también has tenido tus momentos, quizás no momentos de
derrota, pero si momentos divertidos”.
“¿A si? ¿Cuáles?”
Ares se rascó la cabeza buscando alguno que valiese la pena. Xena temió
lo peor cuando los ojos de Ares se encendieron, seguramente por el
recuerdo de un momento cómico:
“¡¡¡Cuando te hiciste pasar por la bella Miss Amphipolis en el
concurso Miss mundo conocido!!!” Ares empezó a reir como nunca mientras
Xena se tapaba la cara entre sus brazos
“Quien algo quiere algo le cuesta, al menos evité la guerra”
“Querras decir quien algo quiere algun pase de modelos le cuesta” Y
otra vez a reir como locos “Ahora en serio… ¡te queda muy bien el
rubio!” otra vez miles de carcajadas resonaron por la habitación.
Entonces ninguno de los dos se dio cuenta pero la puerta dejó de oponerse
y el pomo cayo, indicando que ya se podia abrir.
Tras terminar la cena, Ares propuso bailar. Xena aceptó. Un baile no
puede hacer daño a nadie. Ares volvió a chasquear los dedos y se empezó
a escuchar una marchosa música.
Ya avanzada la noche, ambos seguian bailando y riendo sin preocuparse de
la hora. Ares dio un par de pasos, otros dos hacia atrás y por último,
tomando la mano de Xena, hizo que ésta girara sobre sí, terminando en
los brazos del dios. Rieron como niños pequeños mientras se preparaban
para la siguiente canción.
Entonces por primera vez se escuchó una melodía lenta, muy lenta. El
risueño rostro de Xena se torno un poco apagado, mientras se sentaba
poniendo como excusa que estaba muy cansada:
“Ya veo lo que ocurre…”
“¿El qué?”
“No eres lo suficiente valiente… ¡Como no lo supe antes!” Ares había
dicho las palabras exactas. Xena se levantó del sitio y dejó que Ares la
atrayese hacia ella con un suave tirón de mano. Una vez juntos empezaron
a bailar despacio. El ritmo que marcaba la música consiguió que ambos,
tensos hasta la médula, se relajaran y se dejasen llevar. Ares relajó
sus manos y Xena apoyó su cabeza en el hombro de Ares mientras rodeaba su
cuello con sus brazos:
“Vaya, solo había bailado asi con Marcus” dijo mientras elevaba su
rostro para mirar a Ares.
Entonces Ares sin darle tiempo a reaccionar la beso. Fue un beso voraz,
hambriento… completo. Ella apenas oponia resistencia, pero la oponia. Él
la apoyó en la pared agarrándola de la cintura mientras ella intentaba
en vano separarse de él; pero como en el fondo no era lo que queria al
final acabo cediendo.
“No, no puedo” dijo Xena mientras rompia el beso. Él, aun con sus
manos en su cintura, agacho la cabeza, sabiendo que había hecho todo lo
que podia, y que a partir de hay era decisión suya.
Xena, quien se había negado, noto que algo se encendia en su interior
haciéndola necesitar a Ares. Volvió a elevar el rostro del dios con una
caricia para volver a besarle de la forma tan sensual con la que el la había
besado. Ella puso sus piernas alrededor de la cintura del dios sin romper
el voraz beso. Él depositó encantado sus brazos alrededor de su espalda,
llevándola con facilidad a una cama que había hecho aparecer al momento.
Tumbado encima de ella empezó a trabajar su armadura. Aquello hizo que
Xena volviese un poco en si. Empezó a pensar que ella no era asi, no
solia comportarse de esa manera ni bajaba la guardia tan pronto. Asi que a
pesar de derretirse por cada caricia de Ares, paro, de nuevo, bruscamente
el beso:
“No puede funcionar” dijo mientras que de una voltereta se levantaba
de la cama y por tanto se separaba de él. Ares se giró hacia ella,
mientras la miraba entre confuso y rogativo. Xena rehuyó los tentadores
ojos de Ares, pues no estaba segura de estar haciendo lo correcto. Se dirigió
con la cabeza gacha hacia la puerta. Ares al observarla se giro, dándole
la espalda.
Xena observó aquello sorprendida, pero se quedo todavía mas sorprendida
al ver que la puerta estaba abierta. Antes de irse pregunto:
“¿No vas a deternerme?”
“No, el trato era hasta que olvidases que estabas aquí por obligación,
y tu has cumplido tu parte, adios”
“Esta bien, adios”
“¿O deseas que te detenga?” Xena sonrió, no se le escapaba una.“¿Es
este un momento lo suficientemente mágico como para decirte TE QUIERO?”
Xena volvio a reir.
“No lo se, ¿tu que crees?."
“Que si”
“Entonces… te quiero” dijo mientras se giraba para mirarle. Entonces
observó que había reaparecido a unos centímetros detrás suyo.
“Repitelo”
“Ya no puedo”
“¿Por qué?” pregunto temeroso.
“Porque ya a pasado el momento mágico” dijo mientras le besaba de
nuevo disipando cualquier duda que hubiese en su mente.
“Te amo, Xena”
“Veo que has aprendido a escoger el momento propicio” comento mientras
volvia a besarle, siendo esas las últimas palabras que dijeron en toda la
noche. Además Xena paso alli el resto de la noche, y sin que nadie la
tuviese que obligar.
~FIN~
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